España y su laberinto económico


España y su laberinto económico: crecimiento en los datos, empobrecimiento en la calle

Durante los últimos años, España ha mostrado cifras macroeconómicas que, a simple vista, invitan al optimismo: crecimiento del PIB, descenso del desempleo, récords en turismo y exportaciones. Sin embargo, esta aparente recuperación choca de frente con la realidad que se vive a pie de calle. Mientras los indicadores macro sonríen, la vida de millones de españoles se ha vuelto más difícil. El bolsillo aprieta, el alquiler asfixia y la cesta de la compra se ha convertido en un lujo.

La inflación: un enemigo silencioso que no se va

Desde la pandemia y agravado por la guerra en Ucrania, España ha vivido una espiral inflacionaria que no da tregua. Aunque en 2024 el Gobierno celebraba que el IPC general comenzaba a moderarse, lo cierto es que la inflación subyacente —la que no tiene en cuenta los productos energéticos— seguía golpeando con fuerza. Productos básicos como la leche, el pan, el aceite o los huevos han duplicado su precio en apenas dos años.

La situación ha obligado a miles de familias a reajustar su estilo de vida: menos carne, más productos de marca blanca y la vuelta a hábitos como planificar los menús semanales para ahorrar. Incluso las clases medias sienten que su nivel de vida ha retrocedido una década.

📊 Inflación anual en España (IPC)

2021: 6,5%
Rebote económico post-COVID y primeras tensiones en los precios energéticos.

2022: 5,7%
Año marcado por la guerra en Ucrania y la crisis energética. La inflación llegó a picos del 10% en verano.

2023: 3,1%
Descenso progresivo gracias a la moderación en energía, aunque la inflación subyacente (sin alimentos ni energía) seguía alta.

2024: 3,3%
La inflación volvió a repuntar ligeramente, impulsada por alimentos y alquileres. La subyacente se mantuvo por encima del 3,5% durante buena parte del año.

2025 (Estimación): 2,8%
Moderación general, pero los precios de vivienda y servicios siguen subiendo por encima del IPC general.

Alquileres por las nubes, vivienda inalcanzable

Pocos sectores reflejan tan bien la desconexión entre la economía oficial y la vida real como el de la vivienda. En ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia, alquilar un piso se ha convertido en una carrera de obstáculos. El precio medio del alquiler ha subido más de un 20% en los últimos tres años, y en algunos barrios se ha duplicado.

El mercado está dominado por fondos de inversión, apartamentos turísticos y una oferta cada vez más escasa para alquiler tradicional. ¿El resultado? Jóvenes que no pueden emanciparse, familias hacinadas y barrios que se vacían de vecinos para llenarse de visitantes.

En cuanto a la compra, los precios siguen al alza pese a la subida de los tipos de interés. Aunque la banca ofrece hipotecas con condiciones más duras, la demanda no cede. Para muchos, comprar una vivienda se ha convertido en una quimera, y ahorrar para una entrada parece más lejano que nunca.

2021: +3,0%
Recuperación de la demanda tras el fin de las restricciones por la pandemia.

2022: +7,4%
Fuerte subida por falta de oferta, inflación generalizada y regreso de estudiantes y trabajadores a las ciudades.

2023: +9,2%
Récord histórico. En ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga, las subidas llegaron a superar el 15%.

2024: +6,8%
Ligera moderación, pero aún en niveles muy altos. Se mantiene la presión en zonas urbanas y turísticas.

El empleo crece, pero no alcanza

Es cierto que el número de parados ha bajado. Pero también lo es que la calidad del empleo deja mucho que desear. Muchos de los nuevos contratos son a tiempo parcial, mal pagados o en sectores precarios como la hostelería y los servicios.

La subida del salario mínimo ha sido un alivio para ciertos sectores, pero no ha compensado la pérdida de poder adquisitivo. Además, el aumento de autónomos y falsos autónomos camufla una precariedad laboral que sigue muy presente.

Un país más desigual

Las cifras son claras: la brecha entre los que más tienen y los que menos no ha hecho más que crecer. Mientras las grandes empresas baten récords de beneficios y las grandes fortunas tributan fuera del país, las ayudas sociales apenas alcanzan para cubrir lo básico. La clase trabajadora sostiene el peso del sistema, pero recibe migajas a cambio.

Los datos de pobreza infantil, dependencia o exclusión social muestran una cara oculta que no aparece en las ruedas de prensa del Gobierno. Cada vez hay más personas en riesgo de vulnerabilidad, y muchas sobreviven gracias a redes familiares o comunitarias.

¿Hacia dónde vamos?

La economía española está en una encrucijada. Los próximos años exigirán reformas profundas, más allá de los parches. Se necesita una política de vivienda real, una fiscalidad justa, y un modelo económico que no se base únicamente en el turismo o el ladrillo.

Porque si no se toman medidas estructurales, seguiremos viendo cómo las estadísticas mejoran… mientras la vida cotidiana empeora.

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